sábado, 19 de diciembre de 2015

Deja en libertad a mi pueblo

Moisés y Aarón fueron a ver al Faraón. Le exigieron: ¡Deja en libertad a nuestro pueblo! Así lo quiere Dios. El Faraón no pensaba dejar libres a los israelitas, pues trabajaban para él. Les dijo: ¿Quién es el Dios de Israel para que yo lo obedezca? No sé quién es, y nos dejaré marchar a los israelitas. Les exigiré que trabajen más todavía, para que no olviden quién es el que manda aquí Aquel mismo día ordenó a los vigilantes: Hagan trabajar duramente  a los israelitas para que se dejen de cuentos.

Los israelitas gemían bajo aquellos trabajos forzados. Moisés oró al Señor. Y  Dios lo prometió; Yo soy Dios y os sacaré de Egipto. Vosotros seréis mi pueblo. Y os daréis cuenta que yo soy su Dios. Os conduciré al país que prometí a Abrahán,  Isaac y Jacob. Y ese país os lo daré como herencia.

Dios hizo sentir su poder al Faraón. Cayeron sobre Egipto plagas desastrosas: tormentas, malas cosechas, aguas contaminadas, peste de ganado. El aire estaba tan contaminado, que todos les salieron llagas en la piel. El Faraón se dio cuenta de dónde venían esas desgracias. Fingió israelitas sometidos a trabajos forzados. Pero, en cuanto terminaba la plaga, el Faraón se volvía atrás y no concedía la libertad (Ex 5-11)


                                                                 Figura 1: Deja en libertad a mi pueblo  Fuente: Internet

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