domingo, 20 de diciembre de 2015

Dios elige un pueblo

El pueblo de Israel caminaba por el desierto, yendo de acampada en acampada. Al tercer mes, establecieron su campamento al pie del monte de Sinaí. Moisés subió al monte para encontrarse con Dios. Dios le dio el siguiente encargo: Di a los israelitas: Y a habéis visto que soy más poderoso que los egipcios. Os he llevado como un águila lleva a sus polluelos. Si escucháis lo que os digo y guardáis mi alianza, entonces seréis un pueblo. La tierra entera me pertenece. Pero vosotros me pertenecéis como un pueblo de sacerdotes que están dispuestos a servirme: un pueblo elegido y santo.

Cuando Moisés bajó del monte y dijo al pueblo lo que Dios le había ordenado, todos exclamaron: Estamos dispuestos. Haremos todo lo que Dios dice: Viviremos como Dios quiere que vivamos. En el Sinaí, Dios dictó mandamientos a su pueblo. Estos mandamientos tienen validez para todos los hombres y para todos los tiempos. Todos los que sean fieles a Dios sentirán que Dios es fiel con ellos. Dios dijo: Yo soy el Señor, tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del lugar de esclavitud.

1. No tendrás otros dioses junto a mí. No te harás imagen alguna de Dios. No servirás a nadie más que a mí.
2. No profanarás mi nombre.
3. El séptimo día será para ti un día santo. En él no trabajará nadie.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás adulterio.
7. No robarás.
8. No dirás falsedades contra tu prójimo.
9. No codiciarás los bienes de otra persona.
10. No codiciarás los bienes de otra persona.

Moisés grabó en dos tablas de piedra los mandamientos que Dios había dado a su pueblo. Depositó las tablas en el arca santa. Las tablas son garantía de la alianza que Dios hizo con su pueblo de Israel (Ex 19-20).

                                                             Figura 1: Dios elige un pueblo    Fuente: Internet

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