Jacob quería a José más que a ningún otro de sus hijos. Le regalo una hermosa túnica. Entonces los demás hermanos tuvieron envidia . Un día Jacob envió a Jose adonde estaban sus hermanos apacentando los rebaños. Ellos, al verle, le agarraron y le echaron a un pozo vacío, sin agua. Al principio querían matarlo. Luego lo vendieron por 20 monedas de plata a unos comerciantes extranjeros. Los hermanos desgarraron la túnica de José y la rociaron con sangre de cordero. Después la enviaron a su padre Jacob por medio de un recadero. Jacob reconoció en seguida la túnica. Creyó que alguna fiera había devorado a José, Jacob lloró durante mucho tiempo a su hijo más querido.
José llegó a Egipto en compañía de aquellos comerciante. Allí lo vendieron a un funcionario llamado Putifar. José trabajo para él y todo lo que hacía le salía bien. Pues Dios estaba con él. Putifar lo nombró administrador de su casa. La mujer de Putifar quiso seducir a José. José se negó, y entonces la mujer lo calumnió ante su marido. Putifar mandó a encarcelar a José. En aquella cárcel estaban presos también el panadero y el copero del Faraón. Una vez, tuvo cada uno de ellos un sueño. Contaron a José, y él pude decirles lo que aquellos sueños significaban: Al copero seria absuelto y volvería a su trabajo. El panadero sería condenado y ejecutado. Todo sucedió tal como José había dicho (Gn 37; 39-40)
Figura 1: José, llevado a Egipto Fuente: Internet
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