El pueblo de Israel caminaba por el desierto, yendo de
acampada en acampada. Al tercer mes, establecieron su campamento al pie del
monte de Sinaí. Moisés subió al monte para encontrarse con Dios. Dios le dio el
siguiente encargo: Di a los israelitas: Y a habéis visto que soy más poderoso
que los egipcios. Os he llevado como un águila lleva a sus polluelos. Si
escucháis lo que os digo y guardáis mi alianza, entonces seréis un pueblo. La
tierra entera me pertenece. Pero vosotros me pertenecéis como un pueblo de
sacerdotes que están dispuestos a servirme: un pueblo elegido y santo.
Cuando Moisés bajó del monte y dijo al pueblo lo que Dios le
había ordenado, todos exclamaron: Estamos dispuestos. Haremos todo lo que Dios
dice: Viviremos como Dios quiere que vivamos. En el Sinaí, Dios dictó
mandamientos a su pueblo. Estos mandamientos tienen validez para todos los
hombres y para todos los tiempos. Todos los que sean fieles a Dios sentirán que
Dios es fiel con ellos. Dios dijo: Yo soy el Señor, tu Dios. Yo te saqué de
Egipto, del lugar de esclavitud.
1. No tendrás otros dioses junto a mí. No te harás imagen
alguna de Dios. No servirás a nadie más que a mí.
2. No profanarás mi nombre.
3. El séptimo día será para ti un día santo. En él no
trabajará nadie.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás adulterio.
7. No robarás.
8. No dirás falsedades contra tu prójimo.
9. No codiciarás los bienes de otra persona.
10. No codiciarás los bienes de otra persona.
Moisés grabó en dos tablas de piedra los mandamientos que
Dios había dado a su pueblo. Depositó las tablas en el arca santa. Las tablas
son garantía de la alianza que Dios hizo con su pueblo de Israel (Ex 19-20).
Figura 1: Dios elige un pueblo Fuente: Internet
grasias
ResponderBorrargracias
ResponderBorrar